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Dijous, 28 de març del 2024
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El Príncipe sin ‘vasallos’

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“Mientras estén controlados, todos esos republicanos y demás antimonárquicos serán una prueba de que existe la libertad de expresión, de que ésta es una monarquía constitucional. Porque eso es lo que necesita el mundo, mi querido Príncipe: dictaduras liberales”. Vino a decir, el escritor y periodista Fernando del Paso.

Esta semana hemos tenido la ocasión de presenciar detalles elocuentes sobre esa aseveración. España se vanagloria de ser una democracia, una monarquía parlamentaria, de repartir la igualdad entre todos sus súbditos. Pero lo hace según le va la feria en ello. Hemos dado fe de como el Gobierno respaldaba el viaje del Príncipe a Catalunya en su visita de tres días, con el desembarco de un importante lobby ‘españolista’ de personajes con fuertes raíces franquistas, o imputados por fraude fiscal, entre otras lindezas. No es además por el desprecio a la Agència Catalana de Notícies (ACN), en la que la celebración de la cena en casa del presidente de Grupo Godó, la foto realizada solo ha sido autorizada a la agencia estatal EFE. Es que esos tres días han dado para mucho. Han servido para dejar mucho más claro que aquí no se está equivocado cuando se reitera una y otra vez, el talante y la desvergüenza con la que se comportan esos ‘españolistas’, y los otros, hacia Catalunya.

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A este príncipe le estan desertando a pasos agigantados los ‘vasallos’ de Catalunya. Esa población cansada de tanta esclavitud moral, que demuestra su rechazo a seguir con más sumisión y mansedumbre forzada. Que gesto de gallardía contra esa dictadura feudataria ha tenido el ciudadano Àlex Fenoll este pasado lunes cuando Felipe VI, en su visita al Mobile World Congress le ha saludado y este ‘siervo’ le ha negado el apretón de manos. El asistente ha respondido que “no son amigos” y que le devolvería el saludo cuando “nos dejéis votar en la consulta”. La afrenta ha tenido que dolerle al heredero de la corona de forma singular, pues volvió tras sus pasos para recriminarle tal afrenta. A todo un príncipe acostumbrado a que sus plebeyos le rindan pleitesía. Le va a doler por mucho, mucho tiempo…

¿Para qué es necesario este príncipe, y qué sentido tiene seguir con la monarquía en los tiempos que corren? Para una Catalunya que avanza más deprisa que el resto de España ninguna, está claro. No ya solo para los republicanos, sino para la gran mayoría de ciudadanos, que la ven como una reliquia del pasado, con privilegios fuera de todo sentido común en el siglo XXI, e incluso repudiada y rehuida por las múltiples corruptelas, abusos de poder, y desvaríos de la misma. Con la muerte de Franco en 1975, y la coronación de su padre Juan Carlos como rey, se restableció en España la monarquía de la Casa de los Borbones. Al monarca se le puede haber otorgado, por mantener un cierto equilibrio en el estado de esos convulsos días, cierto grado de utilidad y beneplácito. Por la función de impulsar una transición pacífica de la dictadura a la democracia desde la legalidad vigente. Y presuntamente de hacerlo con simpatía, credibilidad e integridad ¿…?, pues ha tenido toda la propaganda y manipulación informativa que ha requerido para ello. Pero ese cometido desaparece por completo en estos momentos con la figura del príncipe. Sobre la príncesa… que 'San Pedro se la bendiga', a quien consideré que el ‘feudalismo’ de la corona sigue siendo una opción válida. La realeza es algo obsoleto, y lo menos que debería hacer este heredero, es inmiscuirse tan déspoticamente en los intereses del pueblo catalán, aun siendo príncipe de Girona. Sino la fuga de ciudadanos de su principado, fuera de su futuro reino, la va a acelerar de tal manera que se va a quedar sin ‘vasallos’ que lo saluden a su paso. No contará ni con la mujer a la que le tendió la mano por equivocación… 

J L Herrera Vega
Ciències de Informació i Comunicació
El Comunicado

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