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Divendres, 26 de abril del 2024
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Catalunya independiente es Europa

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“El primer bien de las naciones reside en su independencia y en su existencia política”. (Napoleón Bonaparte)

Las elecciones europeas del próximo 25 de mayo serán la primera en la que Catalunya tendrá según los sondeos, una mayoría de votantes a favor del independentismo catalán. Amén de otras batallas que dirimirán las fuerzas políticas catalanas, esa será sin duda uno de los temas candentes a deliberar a partir de ahora. Sin ir más lejos el debate televisado celebrado entre los cinco candidatos a la presidencia de la Comisión Europea, retransmitido por Eurovisión a toda la Unión Europea (UE) ya se ha colado la cuestión del independentismo, donde la joven candidata de los verdes, la eurodiputada alemana Ska Kellerha ha apoyado abiertamente el derecho de los catalanes y escoceses a la autodeterminación. El litigio está en Europa e irá ‘in crescendo’: Catalunya quiere tener un estado propio dentro de la Unión Europea.

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Los más agoreros o pesimistas -¿optimistas bien informados?- manifiestan que Cataluña, constituyéndose en un Estado independiente, saldría de una órbita de explotación nacional para caer dentro de otra igual o peor, porque las premisas nacionalistas de la burguesía se impone tanto en Cataluña como ahora lo hace en el resto de España, siguiendo el guión marcado por la clase dominante. Pero ese no es un discurso plenamente valido para negar el derecho a formar un Estado nacional propio. Catalunya tiene una larga historia sobre esa realidad…

La nación catalana se formó a partir del siglo IX, a caballo del Pirineo. Inicialmente constituyó la marca o frontera entre el imperio franco y el árabe. Se establecía la realidad nacional catalana. Ya desde su origen, Cataluña ha estado vinculada siempre a Europa. Desde su territorio inicial, el pueblo catalán avanzó frente al islam hasta llegar a Murcia y a las Islas Baleares y Pitiusas. En menos de un siglo, entre el 1148 y el 1245, Cataluña toma su configuración nacional. El espacio nacional bajo la casa condal de Barcelona, se estructuró en tres grandes unidades internas: el Principado de Cataluña y los reinos de Valencia y Mallorca; entorno de los centros urbanos más grandes: Barcelona, Valencia, Ciudad de Mallorca y Perpiñán. El pueblo catalán se ha constituido a lo largo de la historia, a partir de la confluencia, sobre los elementos autóctonos, de movimientos migratorios procedentes, en diversas épocas, de Occitania, Aragón, Murcia y Andalucía.

Cataluña y su conciencia nacional se basan en un proceso permanente de asimilación social, lingüística y cultural, de elementos heterogéneos dentro de una sociedad que ha demostrado una capacidad remarcable de evolución económica y de transformación social. En la memoria histórica del pueblo catalán, hay la conciencia de haber disfrutado durante 700 años de una independencia total y secular. Ya desde la Alta Edad Media, los condes de la casa de Barcelona se transforman en soberanos de hecho, por encima del conglomerado de condados catalanes y también en relación con los reyes y emperadores francos. A partir del 1137, los condes de Barcelona son también reyes de Aragón, por unión dinástica. Y a partir de 1516 Cataluña-Aragón y Castilla tienen el mismo rey; también por una funesta unión dinástica que en realidad fue la anexión de Cataluña-Aragón por parte de Castilla. Por lo tanto, fue en 1516 que Castilla-España liquidó la independencia de Cataluña. Ya que sin un rey propio, dejó de existir el estado nacional catalán. En las monarquías absolutistas, solo la persona del rey encarnaba y representaba la independencia y soberanía de un estado.

A pesar de esta anexión, Cataluña continuó con un régimen constitucional y una autonomía importante. Conservó una administración, una jurisprudencia, una política fiscal, monetaria y económica, propias. Y en ocasiones, hasta unas relaciones internacionales propias. Entre 1640 y 1652, Cataluña, con ayuda francesa, luchó por su independencia en la Guerra de Separación o “dels Segadors“, contra España. El Tratado de los Pirineos del 1659 estableció la paz y el rey de España cedió al de Francia el norte de Cataluña, que todavía hoy está anexionado al Estado francés. Portugal aprovechó que los españoles estaban muy ocupados en afrontar la guerra contra Cataluña, para separarse de España, con la ayuda de la diplomacia inglesa. A consecuencia de la guerra de Sucesión (1702-1714) se firmó el Tratado de Utrecht, por el cual la nación catalana se sometía a las leyes de España y su territorio quedó dividido con la cesión de Menorca a la corona británica. Comenzaba la época de sometimiento y de resistencia…durante los últimos 300 años…
 
Por lo tanto nadie puede negar que Catalunya tenga identidad propia para ser un estado Europeo. No es el capricho de unos cuantos ciudadanos con el afán de desligarse de España para sentir que una Catalunya independiente es Europa. Y menos cuando esta tierra demuestra día a día, que es más europea que la propia nación a la que ahora pertenece. Se ha de mostrar solidez en el Parlamento europeo. Como dijo el filosofo alemán Friedrich Nietzsche,“ser independiente es cosa de una pequeña minoría, es el privilegio de los fuertes”. Hay que hacerse valer en Europa, pues será tambien parte actora y fundamental en todo este proceso. Más vale tenerlo en cuenta…

 
J L Herrera Vega
Ciències de Informació i Comunicació
El Comunicado

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