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Divendres, 26 de abril del 2024
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4 millones de prisioneros

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Dice la escritora estadounidense Veronica Roth que, “Ellos no quieren que actúes de cierta manera. Ellos quieren que pienses de cierta manera. Porque así eres fácil de entender. Porque así, no supones una amenaza para ellos”.
 
La comparecencia este viernes de Mariano Rajoy en La Moncloa, para hacer balance de la legislatura antes del parón estival y explicar las directrices del proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2016 ha sido, una vez más, una comparecencia de cara a la galería. Una aplicación de ungüento balsámico para los oídos que están en la fase de un ataque de vértigo. La crisis vertiginosa está en marcha y se prolongará hasta el 27S. Por eso a una parte del estado, que sabe lo que se le viene encima en las próximas elecciones, las palabras del presidente del ejecutivo, “…las elecciones plebiscitarias no existen. El Gobierno velará por el cumplimiento de la ley. Habrá elecciones al Parlamento de Cataluña pero no habrá elecciones plebiscitarias como nunca hubo un referéndum“, aliviaran a todos aquellos que necesiten de ellas durante estas vacaciones, negando que el tratamiento sea otro.

No hay que ser muy diestro en medicina para saber que el avance y crecimiento del independentismo catalán desde/tras la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut en el 2006 ha ido dejando un sustrato, una encima o un virus que a la vez que crecía se ha ido inmunizado a la verborrea dirigida a esa estirpe acomodada bajo la palabra España. Insistir en que “el Ejecutivo no permitirá que se prive a los ciudadanos de Cataluña de su triple condición de catalanes, españoles y europeos”, es un ejemplo de ello. Ahora decidirán el destino de esta parte del mediterraneo y dictaminaran, según sus intereses, qué somos para otros estados. Poco aprecio tienen por estos ciudadanos si secundan por el continente esa influencia en contra. Ninguno obviamente. En cualquier caso, ¿son los suizos, asiáticos? La verborrea tiene eso, que según como se dé ese exceso de palabras, solo sirve para autoconvencerse de algo que cuesta creerse.

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Si llegado el día Catalunya tiene que decir no al despotismo del reino, poco podrán remediar. Acciones como no contribuir a la hacienda pública estatal y hacerlo en la autonómica, aunque sea en las parroquias, interferir en carreteras, pasos fronterizos, etc. tendrían su razón de ser. O sea, prescindir del estado y ningunearlo como él hace con Catalunya, pacificamente. Si la idea estatal (la de siempre) es hacer prisioneros a más de 4 millones de ciudadanos catalanes –grandes y pequeños a favor del derecho a decidir-, como mínimo, obligando a ejercer a los mismos contra su voluntad, eso es algo que no está dentro de lo que la comunidad internacional desea para Catalunya. Y a la vez sería caótico para el resto del estado. Por lo que es aconsejable ‘que sí se preocupe’, deje de vender “que no le asusta el proceso” y se llegue a un acuerdo civilizado, que es en definitiva la realidad y no la ‘balsámica’ propanganda que siempre precede a unas elecciones…
 
J L Herrera Vega
Ciències de la Informació i de la Comunicació
El Comunicado

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