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“Fascistas de mierda”

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Decía el historiador romano Suetonio, “En un estado verdaderamente libre, el pensamiento y la palabra deben ser libres”.

Según la UNESCO, la libertad de expresión es un derecho universal que todo el mundo debe gozar. Todos tienen el derecho a la libertad de opinión y de expresión. Éste  incluye el derecho a mantener una opinión sin interferencias y a buscar, recibir y difundir información e ideas a través de cualquier medio de difusión sin limitación de fronteras, tal como lo establece la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

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La libertad de expresión es un elemento crítico para la democracia, el desarrollo y el diálogo – sin ella ninguna de estas palabras podría funcionar o prosperar. La Declaración Universal de los Derechos Humanos dice, en su artículo 19: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; derecho que incluye el “no ser molestado a causa de sus opiniones”, como también el de “investigar, recibir informaciones y opiniones, y difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

Las normas supremas de las distintas democracias, como debería ser la española, registran este precepto. También  la Constitución, que, en su artículo 20, reconoce y protege la libertad de expresión y el derecho a la información: “expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción” y a “comunicar o recibir libremente información veraz”.

El derecho a expresar y difundir libremente las opiniones, es pues fundamental en nuestras sociedades democráticas. Expresarlo desde el arte ya sea en cuadros, fotografías, libros o en música, es un signo inequívoco de respetar dicha democracia. Y es justamente lo contrario de lo que está pasando en España. Cada vez con más intensidad y descaro.

La Audiencia Nacional ha condenado a dos años y un día de cárcel al rapero Pablo Hasel cuyo verdadero nombre es Pau Rivadulla,  por nombrar en Twitter a miembros de exbandas armadas, que para el cantante son simplemente “ejemplos de resistencia”, así como por injurias a la Corona y a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Hasel ha sido también sentenciado a pagar una multa de 24.300 euros, y al haber sido ya condenado a dos años de cárcel por “enaltecimiento del terrorismo” en 2014 podría ingresar en prisión de ser confirmada esta última sentencia por el Tribunal Supremo.

En su twitter ha publicado,”Me han condenado a 2 años y otro de pena-multa, es decir, 3 años. Se suman a los 2 que ya tengo por canciones contra el régimen. Pasaré 5 años preso por delitos de opinión, pero jamás claudicaré. Jamás, fascistas de mierda.”

La cuestión es de una gravedad absoluta. La libertad de expresión en España, entre otras carencias, ha entrado en una expiral que le hará implosionar si no tiene una cura de humildad con carácter de urgencia. No es bueno ni para ella ni para quienes le rodean. La higiene democrática se hace necesaria de alguna forma.

En España no existe la libertad de expresión. El pensador y activista estadounidense Noam Chomsky opina, que si no creemos en la libertad de expresión de aquellos que despreciamos, no creemos en ella en absoluto. Es un aserto contundente con el que nos identificamos plenamente y lo justifica con un argumento palmario: “Goebbels o Stalin también estaban a favor de la libertad de expresión… de quienes compartían sus puntos de vista”…

JL Herrera Vega
Ciéncies de la Informació  i la Comunicació
El Comunicado

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