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Divendres, 29 de març del 2024
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Estado de coerción

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El Estado está desbocado. El gobierno del PP desquiciado. Esta semana, una vez más, su ministro de Hacienda Cristóbal Montoro nos ofrece de su puño y letra lo que un Estado centralista, con una pésima gestión en cualquiera de sus ministerios, puede hacer cuando le vienen mal dadas. El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha reprobado al ministro las decisiones que está tomando en materia de control del gasto de las comunidades autónomas y lo ha acusado de tener una conducta que pone en riesgo el crecimiento social y económico de Cataluña. “Cataluña está en riesgo y eso tiene un nombre y un apellido, Cristóbal Montoro“, ha afirmado el president Puigdemont en la clausura del XV Congreso de la Unión General de Trabajadores (UGT) de Cataluña.

EL vicepresident económico del Govern Oriol Junqueras, culpa abiertamente a Montoro de “cargar siempre contra los ciudadanos” y le ha advertido de que “no podemos cerrar un hospital, ni escuelas ni servicios sociales ni lo haremos“.  El líder de ERC sostiene, además, que las exigencias de Hacienda “son inaplicables“.

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La situación es la que es. Por lo que Puigdemont ha manifestado que las actuaciones del ministerio de Hacienda sobre el control del gasto de las comunidades autónomas no es el comportamiento de una persona sino de un sistema que pone en riesgo a todas las comunidades que están asfixiadas por unas medidas impuestas e inaceptables.

Si la Generalitat se niega a cumplir ese acuerdo, Montoro puede llevar a la práctica la amenaza de adoptar medidas coercitivas que dejó escrita en su carta. Es deplorable que un Estado que dice ser democrático haga siquiera mención de medidas de ese tipo que en general, se sustentan en la imposición de una sanción más que en la utilización de la propia violencia. Sin embargo, en última instancia se termina recurriendo a ejercer la fuerza cuando no se puede aplicar sanción, ya sea porque el sancionado se niega a su cumplimiento o por cualquier otro motivo de seguridad o prevención. Que parecen más medidas de un Estado de coacción.

El President Puigdemont ha manifestado que Cataluña no tiene ningún problema con las personas, con los ciudadanos del Estado español, sino con un gobierno que actúa de forma inaceptable. A la vez que mencióna que ha establecido contacto telefónico con los representantes del resto de autonomías españolas. Hablando con los presidentes de Aragón, Baleares, Comunidad Valenciana, Extremadura y Andalucía, para trasmitirles que Cataluña está al lado de sus ciudadanos. Para darles su apoyo y colaboración y hacer frente a esa norma injusta de reducción del déficit que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, exige a las comunidades.

A la vez que alentar a una Cataluña que pueda disponer de las herramientas necesarias para legislar, de estructuras de Estado, donde podrá luchar contra la pobreza, combatir la precariedad laboral, sentar las bases de un modelo productivo y unas relaciones laborales de futuro con un tejido industrial que genere empleo de calidad, sin estar pendientes de este Estado de “coerción”, ¿o era “coacción”?…

J L Herrera Vega
Ciències de la Informació i de la Comunicació
El Comunicado

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