“Quizás la más grande y mejor lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia”. Adolf Hitler
La extrema derecha o ultraderecha son términos utilizados en política para designar movimientos y partidos políticos con tendencia populista que sostienen un discurso ultranacionalista, xenófobo y autoritario, en defensa exacerbada de la identidad nacional que no aboga por el mantenimiento de las instituciones y las libertades democráticas. Curiosomente, se declaran democráticos y sus electores, en muchos casos, no asocian a estos partidos posturas reaccionarias y antidemocráticas, aunque sus dirigentes puedan ser admiradores del fascismo, su estilo agresivo y su carácter excluyente. En la actualidad hay un cierto resurgimiento de estos movimientos, exacerbado por la actual crisis económica y la creciente inseguridad que los ciudadanos ven en su futuro.
En Europa ha aparecido una ultraderecha con un gran sentimiento euroescéptico, antiglobalización, y que lucha contra la inmigración de una forma nacionalista y en ocasiones, xenófoba y racista. Igualmente tiende a tener una ideología conservadora, en sus vertientes nacionalista, liberal o social. En la unión europea, tienen una fuerte presencia en países como, Austria o Italia, donde son muy influyentes, desde hace poco Grecia y ahora también en Francia o Reino Unido, Suecia, Finlandia, Bélgica, Países Bajos, Dinamarca y Alemania. Tras estas últimas elecciones al parlamento europeo, el presidente francés François Hollande, durante un mensaje televisado difundido un día después de las elecciones europeas, ganadas en Francia por la extrema derecha, manifiesta que la Unión Europea se ha vuelto ‘lejana’ e ‘incomprensible’. Logrando un estimado de 25% de los votos, el Frente Nacional de Marine Le Pen, que será la figura sobre la que gire la órbita antieuropea y radical de derechas, logró vencer a la derecha-centro abanderada por el UMP, que logró un 20.3% del voto, y el Partido Socialista del presidente francés Francois Hollande, logró un 14.7% de la votación total, de acuerdo con los medios franceses.
¿Puede esto influir en Cataluña? Sin lugar a dudas. En estos momentos Cataluña se encuentra ante una oportunidad unica e historica de proclamar su soberanía ante la mayor 'alineación de planetas’ hasta la fecha para conseguir su independencia, de poder ser lo que sus ciudadanos quieran. Pero para que eso se ‘permita’ desde España, Europa ha de recordárselo. Ha de ser el punto de inflexión. Pero con la extrema derecha creciendo en el parlamento europeo, no va a ser nada fácil. Europa no está bien, la crisis atenaza a sus descontentos ciudadanos, y cada vez hay más preocupación, decepción, y pesadumbre social. Es por eso que en las sucesivas elecciones nacionales de los países miembros, no se descarta que se vaya haciendo más fuerte, más radical. Y si eso es así, cambiaria la manera de ver el proceso catalán, y su respaldo. Por lo tanto, cabe pensar si el ritmo que Cataluña está gestionando con el derecho a decidir, es correcto en sus tempos o no. No estaría de más reflexionar sobre ello, difícilmente habrá otra coyuntura como esta. Hay que acelerar el proceso soberanista. El partido “Podemos”, sensación en España, llega demasiado tarde como alternativa en Cataluña. Por lo demás, más de lo mismo.
Además, aquí ha ganado Esquerra Republicana como era de esperar, con una victoria que no se daba desde la época de la anterior republica, lo que demuestra que la ciudadanía cada vez lo tiene más claro. Y para despejar todas las dudas sobre las intenciones del estado español, nos acaba de decir la vicepresidenta del ejecutivo, Soraya Sáenz de Santamaría, que “el Gobierno pide a Mas que deje de ‘sembrar dudas’ y cumpla la ley” porque esto no es un capricho ni del Gobierno ni de nadie, es la voluntad del conjunto del pueblo español”. [¿?]. ¿Entonces para qué insistir con lo del dialogo? No más pérdidas de tiempo y desgaste político, hay que pensar en acelerar el proceso.
J L Herrera Vega
Ciències de Informació i Comunicació
El Comunicado
