Que poco sentido de Estado, que poca capacidad política, que poca seguridad en su deber y en si mismo, aquel máximo dirigente que, como todo movimiento y reacción ante un problema crucial de Estado se limita a pasar la patata caliente a la fiscalía y al juzgado para que sea allí donde se trate de controlar y eliminar el problema, aunque sea encarcelando «preventivamente» y dejando fuera de servicio político a quien piensa diferente, sin mediar sentencia de delito alguno, ni tener la confirmación judicial de que lo haya podido haber, solo obedeciendo a un informe y esperar a ver que se le puede relacionar.
Como si así se le solucionara el problema, sin llegar a ver que el llamado «procès» esta en la calle, en las casas de una buena mitad de la ciudadanía catalana que ya no acepta el trato, por no decir maltrato, el menosprecio, la negación a que es sometida Catalunya, y más durante sus legislaturas. Piense que la expresión, siempre pacífica y cívica, de mas de dos millones de catalanes en su comunidad merece alguna atención. Por si no ha reparado en ello, es lo que seria de más de diez millones de españoles.
Respecto a esta situación un buen día dijo “no puedo ni quiero”, y es verdad. No puede porque su actitud no le permite tener ni idea de como tan siquiera enfrentarse al problema, y no quiere porque para que mover un dedo si para que le resuelvan lo que Ud. es totalmente incapaz puede ampliar competencias para que otros se lo hagan.
Quien aplaude sus pobres argumentos son los que aún le votan porque todavía se sienten en deuda, y obligados por sus regaladas autonomías solo por no diferenciar las históricas, por sus beneficios en un régimen económico y fiscal común, implantado por otros pero que a Ud. le va de perillas, de «café para todos», que solo es posible si hay alguien que lo financie. Por eso no mueve un dedo para arreglar el principal problema de Estado que tiene sobre la mesa, porqué sabe muy bien que uno de estos “patrocinadores” es Catalunya, y mientras la controle tiene el voto asegurado de quien ya no aceptará vivir de otra manera.
Y cuando le queda corto el margen necesario lo completa ofreciendo algún “pequeño” aliciente más para que sigan en buena salud, régimen general aparte, los Fueros, al tiempo que repite, una y otra vez, que todos los españoles son iguales.
En fin, podríamos seguir “hablando”, pero dudo que se podría ni siquiera entablar una conversación. No se puede nacer dos veces. Ud. no está, ni se le espera.
Ni siquiera se puede esperar de Ud. que un día haga la intención de salir de su despacho, acomodado en el antiguo Reino de Castilla, y que tenga algún interés en conocer la diversidad y la pluralidad del territorio, del que es el máximo responsable político, para así gobernarlo, como mínimo, con conocimiento y la mínima sensibilidad.
